Vivimos expuestos a la violencia a diario. La vemos en las noticias, la respiramos en la calle, la padecemos de forma simbólica, física o psicológica, a causa de nuestro género, condición social o raza, e incluso llegamos a infligirla a los otros, con la crueldad típica del victimario. No estamos exentos de la violencia, pero sí podemos evitar que haga mella en nosotros. Una de las formas de lograrlo es a través de la meditación.
A pesar de que suele confundírsele con introspección, reflexión o concentración, en realidad la meditación es un estado de auto-observación acrítico, es decir, permanecemos atentos a nuestra respiración y a los distintos cambios que van ocurriendo en nosotros a medida que permanecemos en el estado meditativo, pero sin emitir juicios de valor sobre lo que estamos experimentando.
La meditación como herramienta para el auto conocimiento profundo nos permite encontrar y permanecer en nuestro centro.
¿Esto qué significa? Que no importa lo que esté ocurriendo a nuestro alrededor, nosotros estaremos enfocados, sin extraviarnos, conectados con nuestra esencia y con nuestra intuición, lo que nos hace fluir y nos mantiene a salvo de los peligros.
Es bien sabido que una intuición bien desarrollada nos permite tomar decisiones acertadas y evitarnos situaciones desagradables.Adicionalmente, el estado meditativo contribuye a construir a nuestro alrededor una esfera de protección energética que resulta de mucha utilidad en los tiempos que corren.
Así que protegernos de las amenazas exteriores no sólo pasa por tomar precauciones lógicas frente a entornos hostiles, sino en permanecer en un estado de conexión espiritual y emocional tal, que nos permita recuperar la confianza, desterrar el miedo y contribuir con nuestra luz interior a la disminución de la violencia tanto dentro como fuera de nosotros.
Trabaja tu técnica de meditación y de respiración consciente. “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.