La salud mental puede considerarse como un estado de equilibrio que experimenta la persona, basado en una percepción positiva de sí misma y de su entorno, que le generan la convicción racional y emotiva de que está respondiendo a las exigencias de la vida. Al tratarse de un estado de equilibrio en el que están relacionados aspectos positivos, racionales y emotivos, esta propuesta de concepto no incluye los trastornos psicológicos del pensamiento, emocionales y sus consecuentes conductuales, que son claras evidencias de falta de salud mental.

La salud mental suele asociarse con la ausencia de trastornos psicológicos, sin embargo ya vemos que es más que la ausencia de trastornos, pero de no existir algún trastorno psicológico, ¿Qué situaciones laborales afectan la salud mental?

Entre otras, la más frecuente es el estrés, cuando no es lo suficientemente prolongado y profundo como para considerarse un trastorno. En este sentido la persona puede desempeñarse en su trabajo y en su vida familiar, pero con algún malestar o sufrimiento, que puede reflejarse en enfermedades, problemas en sus relaciones familiares y laborales, así como limitaciones o dificultades para el cumplimiento de sus expectativas. Muchas personas se ubican en este caso y no sienten la necesidad de acudir a una consulta para superar su malestar, porque pueden considerar que son equilibrados, que no tienen problemas graves y que han llevado bien sus vidas; o simplemente sienten alguna aprensión con exponer su situación ante un desconocido, por profesional que sea. Lo que suele suceder es que en el camino las cosas se complican y pueden llegar a un punto de muy difícil manejo.

Cuando el estrés comienza a afectar la salud mental, la persona siente ansiedad, angustia y hasta desesperación; con ello, puede enfermarse y sentir deseos de aislarse y hasta puede reaccionar negativamente en sus relaciones familiares y laborales. Además de los tratamientos que suelen indicarse en cada caso,  lo importante es comprender que el estrés está asociado al miedo y en particular, a sus derivados definidos como temores sociales: temor al ridículo, temor al rechazo, temor al fracaso y temor a la evaluación u opinión negativa de los demás, en particular si se trata de personas significativas o de autoridades. Cualquiera de estos temores o una combinación de los mismos, es lo que en el fondo produce el estrés. Un ejemplo muy frecuente lo constituye el estrés laboral o presiones en el trabajo que, en el fondo, es miedo, en sus derivados temor al fracaso y/o temor a la evaluación negativa del jefe, de las autoridades y compañeros.

La persona estresada necesitará identificar primero cual es el temor específico que le genera el malestar y luego aplicarse procedimientos sencillos para superarlo.

John Conrad Ortiz Manwaring

Psicólogo-Consultor en Desarrollo Personal)

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