Cuando vivimos con consciencia, todos los días nos ocurren cosas grandiosas porque hemos trabajado para ello. Sin embargo, en esta carrera por domar el ego y acallar las expectativas, hemos dado un paso más allá de la línea amarilla, olvidándonos de que todo esfuerzo trae consigo una recompensa y sí, también, una celebración.
Celebrar es necesario para evolucionar. Los logros llaman al éxito y a la felicidad, pero para eso deben sentirse como logros. Por eso las celebraciones son importantes estímulos psicológicos, emocionales y energéticos
Para la mente es importante entender que hemos cerrado un ciclo al llegar a la meta. Las celebraciones nos permiten “pasamos el suitche” para finalmente entender desde el punto de vista racional, ¡que lo hemos logrado!
Cuando celebramos integramos emocionalmente el merecimiento, nos conectamos con emociones como la dicha, el orgullo y la satisfacción, ese anclaje sensorial satisfactorio fortalece nuestra autoestima de cara a los próximos retos. Es como si dijéramos “si lo logré ahora, también puedo lograrlo mañana” lo cual nos permite seguir adelante.
Desde el punto de vista energético, celebrar nos permite reciclar la energía positiva que emanamos tras una victoria, para tenerla disponible en otras circunstancias. Nos sentimos renovados, un poco eufóricos y con el reto de redirigir esa energía hacia un próximo desafío.
Las celebraciones no son más que rituales que nos ayudan a seguir transitando el camino de la vida sin estancarnos en las etapas, sino, por el contrario, buscando la evolución. Así que ya sabes, la próxima vez que logres una meta dale importancia a la celebración y prepárate para ir por más.