Luego de un entrenamiento intensivo en México con expertos en constelaciones familiares y de un Congreso Internacional en Constelaciones Sistémicas, no me queda duda de los fundamentos científicos de esta forma de intervención terapéutica, que al implicar un cambio paradigmático, es decir, un cambio en la percepción de la realidad y de la realidad misma, genera, lamentablemente, una profunda resistencia en los profesionales que nos hemos manejado con abordajes psicoterapéuticos tradicionales, más no así en los cientos de miles de personas que alrededor del mundo se han beneficiado de sus bondades.
El creador de este modelo de abordaje psicológico, Bert Hellinger, junto con todos sus colaboradores, no solo han revolucionado la manera de hacer terapia al crear una técnica cuyos resultados clínicos son beneficiosos para los pacientes -de acuerdo a mi experiencia, son indiscutibles- sino que nos arrebató a los psicólogos la exclusividad de herramientas psicoterapéuticas para entregárselas a todos aquellos que estén dispuesto a experimentar el proceso de sanación personal en la formación que llamó Órdenes del Amor, así como el desarrollo de habilidades de acompañamiento en procesos sistémicos que denominó Órdenes de la Ayuda.
Para mí hacer una formación en Órdenes del Amor es trascendente por ser más que una herramienta psicoterapéutica, una herramienta educativa de principios y valores universales absolutamente humanitarios y ecológicos, capaces de sembrar semillas por la PAZ. Cuando sanamos desde nuestro sistema familiar estamos sanando el pasado y el futuro, nuestros ancestros y nuestra descendencia. Esto lo digo no desde un pensamiento mágico, sino desde las evidencias que la ciencia ha aportado desde la epigenética, las neuronas espejos y la física cuántica.
Más allá de lo mágico, lo científico…
La epigenética o ciencia que explica las interacciones entre genes y ambiente y que son heredables de igual manera que los propios genes, son la base para explicar el porqué es transmisible de manera transgeneracional patrones de conducta, respuestas emocionales, formas de comunicación, estrategias de vinculación, etc. Esto explica por qué puedo ser igual a mi bisabuelo sin haber compartido con él o por qué puedo comer mucho simplemente porqué mis ancestros pasaron hambre o porqué me quedo soltera igual que todas las mujeres de mi familia aunque conscientemente quiero una pareja.
Las neuronas espejos son un tipo de neuronas que están en nuestro cerebro, tanto en el área pre-frontal como temporal. Estas neuronas nos hacen responder ante el comportamiento del otro como si fuera nuestro propio comportamiento, incluso responden ante lo que simplemente nos imaginamos. Si el otro actúa amorosamente todo mi organismo se activa en esa dirección, pero si es agresivo también tiende a imitar. Lo que ha sorprendido a la ciencia es que dichas neuronas se encuentran no sólo en el área pre-frontal relacionada, entre otras muchas cosas, con la actividad motora sino que están en el área temporal, área encargada, entre otras muchas cosas, de la memoria a largo plazo. Esta combinación ha llevado a serias interrogantes científicas acerca de la posibilidad que las neuronas espejos permitan imitar no solo lo que el otro hace en el presente sino todo aquello que está registrado en su memoria.
La física cuántica ciencia que se ha encargado del estudio profundo y exacto del mundo físico, ha demostrado que todo lo que existe se corresponde con una dinámica probabilística y que la realidad se ajusta con exactitud abismal a nuestros procesos de percepción. Sé muy bien que estos planteamientos cuánticos son de una abstracción compleja de procesar, pero si internalizamos que todo lo que conocemos como materia, visible o invisible, está compuesta por átomos cuyos quanta (partículas como protones, electrones, etc.) se caracterizan por el movimiento y las múltiples probabilidades de vinculación entre sí y que dependiendo de las percepciones que tengamos de esas probabilidades vamos a construir nuestra realidad, y que además esos quanta no conocen el tiempo, entonces tal vez podamos aceptar que la coexistencia de realidades espacio-temporales no es un invento de la ficción.
En la estructura de las constelaciones familiares están todas estas bases científicas, pero ninguno de estos fundamentos puede explicar el conjunto de la experiencia de sanación que se logra cuando se atraviesa por un proceso de formación en las Órdenes del Amor, básicamente porque como hemos hecho en Ecosalud, las formaciones son también un viaje terapéutico. Aprender desde la experiencia personal es más que un aprendizaje intelectual, es una experiencia de vida.
Decidir VIVIR…
Sanar nuestras heridas con una constelación familiar es siempre una buena decisión, pues es una intervención terapéutica potente, profunda y extraordinariamente simple, pero vivir el proceso terapéutico de descubrir los ÓRDENES DEL AMOR durante una formación en constelaciones familiares es una sabia decisión.
Hay experiencias en la vida que nos transforman, que nos ayudan a abrir los ojos y mirar todo aquello que nos ha resultado difícil de procesar durante el transcurso de nuestra vida. El revelador método de las constelaciones familiares está basado en principios sistémicos y fenomenológicos, que permiten manifestar en el terreno de lo concreto-material, las dinámicas dolorosas de los vínculos o relaciones de los que participamos.
Cuando nos referimos a lo sistémico estamos considerando que aquello que nos hace sufrir es una herida que está en nuestro estructura familiar y por eso no se mira al sujeto y a las consecuencias de sus heridas sino que se mira su contexto para sanar esa herida en la familia y en todo el sistema. Y cuando hablamos de lo fenomenológico nos referimos a una aproximación espontánea y libre hacia lo observado con la única intención de poder mirar la dinámica oculta en la herida.
La vida no fue una decisión consciente, pero la forma en la que decidimos vivirla sí puede serlo. Sanar es saltar hacia la vida que merecemos, queremos y soñamos. Y las constelaciones familiares son un salto cuántico.
Colaboradora: Patricia Valderrama
Psicóloga – Fundadora de Ecosalud