«No dejes que el tiempo te domine a ti, domina tu al tiempo»

cero culpa

Hemos construido la rutina diaria en un verdugo con escudo, la vida acelerada y repleta de exigencias personales pareciera ser ya un requisito. Hemos envuelto la felicidad y el bienestar con infinitas listas de cosas por hacer, de responsabilidades, de metas, de productividad… pero hemos olvidado lo simple, lo sano de lo simple, lo maravilloso de la individualidad, los beneficios del espacio. El bienestar y la felicidad se tratan de balance, y «olvidarnos» de aspectos vitales lo que hace cada día es alejarnos más de ese estado que -en el fondo- queremos alcanzar.

Lo más probable es que no reconozcas que sientes culpa por disfrutar, para ello responde estas preguntas:

¿Evitas situaciones de distracción o eventos con frecuencia? ¿Siempre tienes una razón para no asistir? ¿Cuestionas o indagas demasiado sobre cada invitación o posibilidad?

Teresa Pereira, psicóloga clínica y terapeuta en EcoSalud, explica que «la sociedad -y nosotros con ella- pareciera estigmatizar el disfrute, el espacio propio. Todo lo que esté fuera de la lista de productividad y cumplimiento de responsabilidades en función de roles con terceros no está bien, por lo que genera culpa». Quedando desplazado el primer rol que tenemos en la vida, ese que es con nosotros mismos.

Para Pereira, la culpa es «una cantidad de creencias limitantes que condena el disfrute», es eso que hace que constantemente prioricemos  sobre lo «realmente importante», viciados por una jerarquización de lo importante como lo productivo, lo responsable. Lo que no sabemos, es que darnos espacio para el disfrute es una actitud sana, que nos conduce al equilibrio y nos deja más cerca de un estado de bienestar.

Una persona que se permite espacios de disfrute experimenta mayor relajación, disposición en sus roles y tareas, salud mental-física y emocional, está más conectada con la felicidad y a la alegría. Claro que, el disfrute puede ser también muy seductor, por lo que es necesario conservar el balance del tiempo invertido. Las personas que inclinan su vida hacia estás sensaciones, suelen ser personas con las que hay que trabajar la voluntad, la disciplina, la responsabilidad, explica Teresa Pereira.

Celebrar es un traje a la medida

Las creencias limitantes no son sólo alrededor de «lo importante», son también alrededor de la celebración y el disfrute. Generalmente vinculamos las celebraciones con espacios de compartir colectivo, fiestas, momentos especiales, etc; así como el disfrute con un placer limitado a ciertos sentidos. Sin embargo, las fuentes de placer son múltiples, por lo que el disfrute puede encontrarse en tantos sitios como gustos personales se tengan. Lo mismo que una celebración será un acto absolutamente personal, según las necesidades de cada quien.

Lo necesario es que encontremos espacios para el disfrute, comprendiendo que no es algo «menos importante», reconociendo y satisfaciendo nuestros gustos, nuestras necesidades, y colocando el mismo esfuerzo en cumplirlo como en el resto de las tareas. Sólo así podremos alcanzar el equilibrio que nos acercará a la felicidad.

 

#ecosaludTIPS ¿Cómo empezar a disfrutar sin culpa?

1. Identifica lo que te genera disfrute o placer, revisa tus momentos felices, tu recuerdos inolvidables, eso que te da paz, relajación, energía. Conoce lo que te da placer.

2. Empieza por pequeñas cosas, por espacios que no afecten drásticamente la rutina establecida. Si te gusta mucho una fruta, abre un espacio de 5min en tu día donde lo único que harás será comer esa fruta, disfrutar su sabor, respirar, y tener todos los sentidos colocados en ese momento. Luego date 15min para caminar al aire libre, y así… ve aumentando tu disposición al disfrute.

3. Ubica situaciones u oportunidades para dedicar tiempo, que te generen placer. Un libro, un seminario, un taller, una charla.

4. Aprende a negociar para conseguir concretar ese espacio. Cuando encuentras tu fuente y ubicas tu oportunidad las ganas no faltan, negocia con tu pareja, apoyos, trabajo… negocia con ese «obstáculo». Comienza por respetar el tiempo personal, impúlsalo en el otro y negocia tu propio espacio.

Carla Alvarenga – Mishany

Colaboradora

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