Definitivamente, la vida es más fácil cuando tenemos la opción de “llamar a un amigo”. Crecer con relaciones interpersonales positivas y armoniosas fortalece nuestro espíritu. Cultivar buenas amistades contribuye a nuestro desarrollo como personas saludables y además nos aligera la vida. Las risas sinceras, la confianza, la confidencia, el apoyo, entre otras tantas cosas que podemos compartir con un amigo, nos mantienen siempre joven el alma.
Sin embargo, el tipo de relaciones interpersonales que se establezcan depende exclusivamente de nosotros y nuestra disposición y actitud para/con los otros. Por eso, es importante orientar a los más pequeños y dar siempre ejemplos que los motiven a crecer como personas saludables, así como también, saber interpretar sus comportamientos y cambios.
Teresa Pereira, psicóloga clínica y especialista en psicología infantil nos habla del tema, explicando que a nivel conductual hay un modelaje que viene de los padres. «Si los padres son sociables y esa es la relación que llevan con sus hijos, sus hijos serán sociables con los otros, podrá expresarse fácilmente y relacionarse cómodamente. También hay un factor de personalidad: lo que conocemos como niños extrovertidos o introvertidos. Esto no es más que una perspectiva desde la cual el niño decide relacionarse, hacer contacto con otros, generar afinidad; es su manera de conocer, curiosear y ver cómo es la otra persona» explica.
Relacionarse con niños y tener contacto con otros es parte del proceso evolutivo de los chicos. Cuando, los pequeños comienzan a interactuar con personas que están fuera de su núcleo familiar inician su desarrollo. Socializar, compartir, saber esperar, entender que no son los únicos, adaptarse a que no todo puede ser como ellos quieran, reflexionar sobre su conducta y la conducta del otro, son algunas de las primeras enseñanzas que adquiere el niño cuando comienza a relacionarse con otros.
«Siendo el niño muy pequeño siente que todos son sus amigos y se relaciona con todos por igual. Sin embargo, en la adolescencia inicia un proceso en el cual selecciona el gran amigo o la gran amiga con el/la que comparte todo y se crea un verdadero lazo. Esta evolución y, sobretodo, las experiencias que resulten de ella, se reflejarán en la actitud del adulto al momento de relacionarse sanamente o no con otros» comenta Pereira.
¡Sin falsas alarmas!
Teresa Pereira nos explica que «es bueno que los padres se evalúen dependiendo de las actitudes del niño; cuando los pequeños tienen comportamientos negativos que preocupan o llaman la atención están reflejando alguna deficiencia en el funcionamiento de la familia. Hay que ser muy cuidadosos en cada detalle que transmitimos ya que los niños son una esponja y no sabrán diferenciar cuáles de los comportamientos que observa en el hogar son positivos o no. Las “mentiras blancas” que solemos decir a diario (“voy saliendo”, “tenía el teléfono apagado”, “estaba en tráfico”) son un ejemplo de cómo podemos perjudicar a los pequeños y generar en ellos comportamientos negativos» afirma Pereira. Los padres son el modelo del comportamiento futuro de los niños.
A medida que el niño crece e inicia su adolescencia -la etapa de los grandes cambios-, hay que evaluar si los comportamientos diferentes que adquiera afectan las reglas y los valores establecidos en la casa, comenta la especialista. Sin embargo, explica que «es necesario tomar en consideración que los chicos necesitan pertenecer a un grupo y hacer lo que ese grupo haga, incluso dejarse influenciar, plegarse, ceder, etc; esto es parte de su proceso evolutivo. Lo importante es que si dentro del hogar hay constancia, sistematización y comunicación el joven debe salir ileso».
Una preocupación particular en Venezuela es el asunto de la inseguridad, a lo que Teresa Pereira indica que «hay que entender que el adolescente tiene que divertirse con sus amigos y vivir la etapa que le corresponde. La solución en este caso es mantener los puntos claros: ¿cuáles son las condiciones (de mutuo acuerdo) que se proponen? ¿qué cosas se negocian y qué cosas no? Es necesario entender el punto de vista del otro, del chico que quiere divertirse y pasar tiempo con sus amigos, a partir de ahí, plantear alternativas sanas para que ambos lados estén satisfechos, tranquilos y equilibrados, porque las imposiciones nunca deben ser una opción».
El otro punto álgido para los padres es la interacción con amistades nocivas, a lo que Pereira indica que «debe conversarse proponiendo alternativas y procurando no hacer prohibiciones; la intención siempre debe ser intercambiar ideas y comunicarse. Además, es importante que los padres sepan hasta qué punto hacen efecto las amistades nocivas; si hay valores debes confiar».
Concluyendo la especialista indica que «los padres no deben cerrarse ante temas como alcohol, drogas y homosexualidad. La idea es plantear siempre alternativas. Ser claros. Los adolescentes están convirtiéndose en adultos y se debe confiar en ellos –comunicativamente- para dialogar y resolver la situación. Lo principal es no anclar en el reproche: hacer un vuelco hacia lo positivo y cambiar de estrategia. Salir adelante juntos y, sobretodo, servir de apoyo».
Colaboradora
@GabbiConsu