Está por culminar diciembre, época en la que la energía armoniza, equilibra e impulsa hacia un mayor bienestar. Con cada cierre, el anhelo más grande siempre es llevar a metas concretas nuestros propósitos que, muchas veces quedan en eso, en simples anhelos. Navidad es una fecha para revisar nuestras realidades y poner nuestro corazón al servicio del amor, de los propósitos y de los éxitos que, como seres de energía, podemos atraer.
Ponle especial atención a tu centro: ese espacio que siempre nos muestra, de una manera u otra, el camino a seguir. A propósito del fin de año, más que verlo como un momento nostálgico por lo que fue y lo que pudo haber sido, reconócelo como una nueva temporada, un nuevo ciclo para convertir tus sueños en metas. Recuerda: el centro, tu centro, es el secreto. Sólo aprende a escucharlo.
Los logros llaman al éxito y a la felicidad. Primero debemos plantearnos esos logros y, más importante aún, debemos sentirlos y reconocerlos. Concretar anhelos se traduce en estímulos psicológicos, emocionales y energéticos. Mental y emocionalmente entendemos que ¡PODEMOS LOGRARLO! Y energéticamente nos proponemos a ir por más. Que nada te quite la oportunidad de crecer, ni los mismos anhelos estancados. ¡Hazlos realidad!
Visualizar las metas a corto plazo y dar el primer paso hacia ellas es una forma garante de convertir los anhelos en fines concretos. Proponte realizar una lista de deseos realizables, esos que puedes aterrizar, que no son inalcanzables; esos que sabes que con confianza, amor, insistencia y dedicación puedes alcanzar.
Puedes hacer algo: tómate un tiempo para la reflexión, para hacer un balance de esos anhelos que lograste concretar en el 2015 y aquéllos que se quedaron en el camino. ¿Qué hiciste diferente? ¿Qué te motivó más? Sin duda, estas son herramientas que te ayudarán a poner en papel los ítems posibles para el 2016. Recuerda: Año Nuevo es sinónimo de establecernos prioridades, plantarnos metas y reconocernos como seres integrales que crecimos un año más.