Cuando vamos a terapia y nos dicen “hay que trabajar con papá” respiramos profundo porque sabemos que lo que nos viene será tan retador como trascendental. Sea que lo tengamos con nosotros, que se haya ido en nuestra primera infancia, que haya sido amoroso o tiránico, biológico o de crianza, la figura del padre es determinante.
Desde el punto de vista astrológico el padre es el sol, en el tarot es el emperador, en los arquetipos es el héroe, en la mitología es Zeus y en la cultura pop es Darth Vader. El padre es nuestra conexión más inmediata con el mundo real, lo material, lo práctico, lo que podemos tocar. Cero pajaritos preñados, papá es acción, determinación, voluntad, poder y reconocimiento.
Por eso, cuando tenemos problemas para reconocer nuestro valor o nos cuesta empoderarnos para asumir las riendas de nuestra vida hacia el éxito, es hora de “reconciliarnos con papá”.
Papá es el ancestro que rige nuestra relación con la profesión, los estudios, el rumbo que tomemos, nuestras acciones. También rige los órganos del lado derecho de nuestro cuerpo y el hemisferio izquierdo encargado de la lógica y el aprendizaje formal. Si notas que alguna de estas áreas de tu vida está estancada conversa con tu padre, esté vivo o no, lo hayas conocido o apenas lo recuerdes, lo tengas en frente o a kilómetros de distancia, deja que tu alma converse con la suya.
Repasa su relación, la historia que los unió y déjate envolver por ese misterio inexplicable según el cual una partícula ínfima de ese hombre se convirtió en lo que eres ahora. Puedo haber sido cualquier otro, pero resultó ser él y esa coincidencia perfecta de tiempo/espacio te dio la vida. Agradece esa bendición y atrévete a romper patrones.
Nuestro padre no es nuestra pareja, ni nuestro hijo, ni nuestro depósito de culpas. Es sólo un hombre con sus circunstancias. Recibe a papá en tu corazón, siente su presencia protectora y avanza con paso firme porque no estás sol@.