Desde niños nos acostumbramos a ver que las parejas, “naturalmente”, sufren. El amor, tal y como lo conocemos, por películas, novelas, libros e historias, no puede llegar al final feliz sin la respectiva dosis de dolor. Nuestra cultura padece el síntoma de Romeo y Julieta: es común aceptar que podemos sufrir por amor y, además, tenemos una tendencia a creer que mientras más se ama, más se sufre. El dolor parece el rumbo natural de las cosas. Pero lo cierto es que, bien dijo el escritor español Javier Marías, “la infelicidad se inventa”.
Ya no es una metáfora de poetas y escritores aquello de “morir por amor”. La dependencia afectiva puede producir tanto dolor emocional que este se manifiesta en el cuerpo a través del estrés crónico, que puede conducir a la enfermedad o la muerte. A pesar de esto, no es necesariamente cierto aquello de que el que mucho sufre, mucho ama.
Hoy continuaré escribiendo sobre la dependencia emocional. Porque para disfrutar de relaciones interpersonales exitosas hay que tener claro que el amor no debe transformarse en necesidad.
Características de las relaciones interpersonales, especialmente de pareja, que tienen los dependientes emocionales:
- 1. Tienen largas historias de rupturas y nuevos intentos: aunque sienten esas rupturas como traumas terribles, el deseo de tener una relación es mayor, por lo que rápidamente buscan una nueva.
- 2. Sufren de baja autoestima y tienen un auto concepto negativo que no está ajustado a la realidad: estas personas suelen no quererse, porque no han sido queridos y valorados por sus personas significativas, aunque hayan estado siempre vinculados a ellas.
- 3. Sus relaciones son conflictivas, con una comunicación errada: debido a la baja autoestima y su gran necesidad de agradar desarrollan una inadecuada asertividad y poca empatía al relacionarse.
Las personas que sienten dependencia emocional entienden el amor como apego, sumisión, admiración e incluso idealización, no como un intercambio reciproco de afecto, por esto eligen parejas que reúnan las siguientes características:
- 1. Sujetos que se distinguen del común: suele tratarse de una persona segura de si misma, con cierto éxito o capacidades que pueden ser admiradas.
- 2. Personas narcisistas o explotadoras, seductoras pero con poca empatía: pueden creer que tienen habilidades fuera de lo común y que los demás deberían continuamente alabarlos y concederles prerrogativas.
- 3. Ejercen una posición dominante dentro de la pareja: esto facilita a la persona que se relaciona de manera dependiente subordinarse en la relación bajo la creencia de que han sido escogidas, aceptadas y que son “protegidas” por sus compañeros.
Cuando los dependientes emocionales tienen una pareja sienten que esa persona es maravillosa, y tiene cosas que ellos mismos no pueden tener. Por ende, si esta persona los toma en cuenta se sienten reconocidos y valorados; siempre buscan conseguir su aprobación.
La mayoría de las personas con dependencia emocional son exitosas y talentosas en muchas áreas de su vida, no suelen ser inútiles, ni tener problemas de inteligencia, por el contrario, usualmente tienen muchos atributos, pero se desvalorizan y no creen ser merecedores del buen amor.
Es posible que lo que realmente sucede en estas relaciones es que el dependiente idealiza a su pareja y le atribuye características que realmente no tiene o exagere rasgos que posee. De esta forma también negara lo que no encaja en su ideal, interpretando, por ejemplo, rasgos de “virilidad y protección” en un hombre violento o de “encantadora y provocadora” en una mujer transgresora de la moralidad.
La relación que se establece entre el dependiente y su pareja siempre es desigual. El dependiente emocional busca, de manera inconsciente, una pareja que esté en una situación de poder, que lo hechice y le provoque fascinación. Este tipo de poder fascinante suele ser abusador, descalificador y agresivo, aunque disfrazado y manipulado para que parezca interés, seducción y afecto.
Si de alguna forma te sientes identificada con este post, tranquila, nunca es tarde para detener los abusos. Tu mejor opción es buscar la asesoría de un médico o terapeuta especializado para comenzar a recorrer el camino de una manera más sana hasta conseguir el auténtico bienestar.
Colaboradora: Maira Cortez
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